Las palabras están exhaustas. Han mutado. Pero su furia se parece más a un ruido de fondo que a un contingente de nuevos significados. La relación que establecemos con la tecnología se parece más bien a la de un parásito que genera toneladas de basura electrónica gracias a la obsolescencia programada.
La destreza manual (craft) y la imaginación son las herramientas básicas en el diálogo con la tecnología y la batalla contra el narcisismo tecnológico electrocutado que nos invade.
Necesitamos autocrítica, no manifiestos o manuales de supervivencia. No somos usuarios inocentes. Vivimos en la era digital y no hay nadie que se libre de las paradojas.