En mi práctica artística hace años que trabajo la cerámica produciendo lo que denomino artefactos, que me permiten expandir capacidades corporales y en especial diversificar potenciales culturales. Me interesa nuestra relación corporal con estos objetos. Por ello convergen en estas piezas muchas de mis preocupaciones y una mística que hace difusos los límites entre afuera y adentro, entre el cuerpo, tecnología, y naturaleza. Trabajo conceptualmente el ornamento como una forma de vehicular los saberes afectivos y relaciones inter-subjetivas.
Mantengo resonancias con prácticas muy diversas, tanto de los procesos de artistas ceramistas vinculadas a los feminismos desde los años 70 y 80 hasta la actualidad, como el arte de acción, la performance, la poesía oral, y a nivel teórico actualmente algunos de mis procesos resuenan con los nuevos materialismos.
Del contexto social han surgido elementos singulares que podríamos denominar a las producciones culturales y artísticas; no tengo la sensación de introducir una obra en el contexto social, la incidencia es más bien recíproca. Se relacionan íntimamente. Me interesa que las obras se abran a un diálogo con los espacios, y que los espacios también cuiden y se abran a esta relación con las obras. Algunas de mis piezas las realizo junto con los colaboradores creando piezas adaptadas a sus historias vitales.